domingo, 20 de noviembre de 2016

El Hada de la vertiente

Como empezar... es algo tan sencillo y tan complejo a la vez escribir sobre el agua.
" cuidemo el agua " a primera vista ese cartelito que estaba en mi habitación de hotel no era más que unas palabras, podríamos decir, casi " a la moda  " en lo hoteles que se encuentran en lugares naturales.  Yo solo quería una ducha caliente después del largo viaje emprendido a la madrugada, era casi de noche y quería estar linda para bajar a cenar con mi pareja, nada más me importaba.
El agua corrió por mi cuerpo, suave y tibia. Me quede un buen rato porque era una sensación placentera y me constaba que me lo merecía.  El agua seguía corriendo.
La cena fue perfecta, el me miraba y en su mirada entendía que había logrado seducirlo.
Ese fin de semana de vacaciones iba a ser perfecto.
Dormí profundamente, los ruidos de la selva que entraban por la ventana semi abierta ayudaron a mi descanso. Los aromas lejanos de la citronella me aseguraban una noche sin mosquitos. Hacía calor pero esa temperatura no hacía más que agregar un imperceptible toque sensual al resto del ambiente.
Al dìa siguiente, asomándome temprano por la ventana, vi pasar una manada de pájaros hermosos. El sol brillaba era el día elegido para recorrer los senderos del lodge.
Decidimos seguir un cartel que nos invitaba con las palabras " hacia la vertiente " las bajada en la selva era difícil pero la sombra de la selva nos garantizaba cierta frescura.
Después de varios escalones en la penumbra de la selva solo cortada por algunos rayos de sol allí estaba : la vertiente.
Era como un hilo de seda que con dificultades se abría paso entre las rocas, gota tras gota, se iba acumulando en una cuna de piedras, una media sombra la preservaba de la luz y de los eventuales bichos.
La estructura en la cual era recibida ese preciso líquido parecía un templo, algo sagrado y atemporal.
Me volvió a la mente la imagen del cartelito del baño " cuidemos el agua ". Cobró sentido pleno.  La pureza  y fragilidad de esa agua me hizo avergonzarme de mi larga ducha.
Mi pareja siguió caminando, yo me quedé un instante sola.
"El hada de la vertiente era infinitamente más bella que yo" pensé en mi interior.
Era soberbia su fragilidad.

Dora Simonet
recuerdo de El Soberbio Lodge